Estamos en todo el momento vigilados. Las nuevas tecnologías de comunicación se han convertido en númerosos beneficios a la hora de comunicarnos y compartir información a cualquier hora y en cualquier lugar. En cambio, también ha traido un control y vigilancia excesivo de lo que realizamos.
Internet, videocámaras, móvil... estamos en continúo contacto digital, somos ciudadanos digitales. Nos hemos convertido en seres perfectamente buscables, encontrables, identificables y controlables. Nos vigilan en cada momento y no lo hacen personas... lo realizan computadoras. Se sabe que nos gusta, que buscamos online, donde estamos y de donde venimos. Compartimos fotos, comentamos nuestras opiniones en 140 carácteres y decimos libremente que vamos a estar haciendo en los siguientes días.
Este control total nos limita nuestra privacidad. Tenemos el problema que no podemos criticar y pensar como personas anónimas. El activismo oculta se ha rendido a los pies de las tecnologías de la comunicación, pero todavía se puede hacer algo. Se puede usar la tecnología para intentar transformar nuestra realidad, como bien propone la propuesta realizada por Gillian Wearing en su obra Confesiones.
En el siguiente canal de youtube aparecen las confesiones de personas que han querido criticar una experiencia o incidente desagradable en su vida. Enmascarados y ocultando la identidad digital se pone de relive una crítica a un incidente de forma totalmente anónima.